El propósito lo oculta para que no podamos verle. Las palabras con las que lo envuelve son provocativas. ¿Recuerdan aquellas latas cerradas en las que un individuo que se decía artista las vendía con el anuncio de “mierda de artista”? Nadie veía lo que contenían, y aquellas palabras anunciadoras llevaban a comprar las latas y muy caras.
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